domingo, 16 de agosto de 2009

sábado, 15 de agosto de 2009

miércoles, 29 de julio de 2009

Nuestra invitación al primer festival

Manifisto

No te calles, usa a las calles...

En la actualidad las políticas públicas empleadas reproducen y fomenta la lógica del sistema, éste que desarticula sociedades e individuos, que asfixia lentamente, que no quiere que conozcamos el rostro ni la voz del otro. Que prostituye la esfera privada y reduce la pública.

Nosotros hemos observado y vivido con frecuencia está problemática y de manera marcada y más visible en espacios públicos, vemos parques cercados, centros deportivos cerrados terrenos hechos plazas comerciales, zócalos invadidos por bancos, McDonald's, mesas de restaurantes, carpas de empresas telefónicas, etc. Y un interés enorme por parte de las instituciones por impedir la organización y comunicación ciudadana

Ante esto nos manifestamos encontrar de las políticas empleadas hacia el uso de los espacios públicos, es necesario hacer un replanteamiento sobre estos, garantizar y fomentar el uso de ellos, dejando atrás la preferencia que existe hacia las empresas privadas y los eventos institucionales (que muchas veces carecen de proyecto y solo apelan a la comparecencia final de funcionarios gubernamentales).

Los espacios públicos son necesarios para la convivencia social, generadores de identidad, organización social, creación, denuncia y libertad. Es aquí en donde el pensamiento democrático surge, donde los individuos se encuentran con el otro y se reconocen.

El uso de los espacios debe de ser regulado por la población no por gobiernos que omiten las necesidades y deseos de sus representados.

La violación a la libre expresión (en sus múltiples formas) es cada vez mas recurrente y visible, los mecanismos usados por el gobierno van desde la aplicación de reglamentos impuestos y ambiguos hasta el uso excesivo de la fuerza policiaca.

Por lo anterior exigimos:

1. Alto a los hostigamientos y amenazas que existen contra los artistas de calle
2. Respeto a la libertad de expresión en cualquiera de sus formas
3. Respeto al uso de los espacios públicos por parte de la ciudadanía
4. Y un exhaustivo replanteamiento de las políticas empleadas hacia el uso de espacios públicos

Los espacios públicos sólo serán reivindicados si los ciudadanos, los artistas, y las diversas organizaciones sociales habitan los espacios, los alimentan, los viven. ¡Llenemos el zócalo de arte, cultura, vida y movimiento!

La calle es de todos.

No cedamos espacios.

¡Por la defensa de los espacios públicos!



Hay que plantar violetas
hay que cubrir todo con violetas
humildad
igualdad
fraternidad
hay que llenar el mundo con violetas.
N. Parra

Manifiesto 1

El cielo se ha puesto gris después de presenciar la ciudad estos años en los que tanto ha cambiado su imagen y profundidad. Un niño recorre su colonia todos los días en su bicicleta para ir a vender agua, pasa sobre las piedras, sobre montañas de cemento que antes eran terrenos de cultivo, a su lado derecho se parte el suelo en una barranca profunda que termina su filo con un muro, pareciera casi una muralla que separa la zona más ostentosa de la ciudad de quizás la zona más pobre de la misma. El paisaje podría ser de cualquier ciudad del mundo, podría quizás ser Puebla.

En el mundo el despojo deja diario a 600 campesinos sin tierra, las zonas verdes disminuyen por minuto y todo se mueve tan rápido como la gente que se va en busca de una vida más digna que no fácilmente se encuentra, se saturan los territorios, se vacía el campo para que luego quienes gobiernan digan con cinismo e hipocresía que hay que hacer algo por su recuperación.

Las ciudades se atiborran, crecen desconsideradamente, expulsan. El trabajo asalariado se convierte en un obstáculo para las ganancias de unos cuantos y empuja a los que ya no son útiles a salir a la calle a buscar medios para sobrevivir.

En Puebla en lo que va del año van 16 mil 326 desempleados. El 60% del trabajo en Puebla es generado por el comercio informal.

Los que no se “integran al modelo de producción”, como dice un espectacular en esta misma ciudad, son “desechables” como tantos miles, millones de seres humanos en el mundo. Los desechables buscan, crean, recrean, trabajan muchas veces más que los que están dentro, integrados.

El concepto de ciudadano comienza a perder sentido, se deja de ser ciudadano cuando no se está en los circuitos completos de la producción y reproducción del modelo de vida.

La represión y hostigamiento contra los no ciudadanos, los desechables, los no útiles, se acrecienta atiborrada de mil membretes y planes sociales. Nos sonaran todas las campañas que por delante llevan la palabra” limpieza”. De forma paralela a ese avance rápido de la pérdida de zonas verdes, de campo, de terreno, territorio, casa, vivienda y techo se privatizan los espacios públicos. Bajo disfraces como el programa por “la dignificación del espacio público” se han cerrado paulatinamente espacios, poco a poco las cercas cubren algunos parques o plazas y poco a poco van cerrando las puertas, si el lugar en cuestión era de un uso intenso por parte de la gente o era lugar de manifestación o creación les resulta más conveniente cerrarlo. Estamos ante graves momentos de crisis, nos anuncian que habrá empleos precarios para enfrentar la crisis cuando por otro lado se gastan 25 millones de pesos en “dignificaciones” como la llevada acabo en el barrio del Carmen, donde quitaron bancas y arboles que guardaban historia y valor para los vecinos. ¿Alguien se pregunto a donde fueron las bancas?, ¿A dónde el adoquín que fue suplido por cemento moldeado?

Perder estas plazas implica que nos quiten las pocas posibilidades que quedan de encuentro entre personas, encuentros que no obliguen al consumo en uno de los tantos centros comerciales que son puestos en cada colonia. La calle, el espacio, la plaza será y es el lugar donde nos encontraremos y nos encontramos para vernos, reconocernos, convivirnos, recrearnos, expresarnos, vincularnos.

En la plaza uno se abre a lo otro, se presentan espejos y se entrelazan las realidades que nos dicen: “no estoy solo”. Se tienden puentes sociales con los que se rompe la barrera que nos fragmenta y nos sitúa a unos en un lado y a otros en otro, generándose así una reapropiación y una re significación del todo, no solo del espacio como lugar, sino del ser y hacer dentro de la ciudad.

Cuando se usan los espacios deja de ser necesario callarse, reprimir hartazgos. Quizás por ello no solo sea un buen negocio que donde había una plaza o un portal histórico ahora haya una multinacional, porque también resulta un mecanismo de control cerrar lo que más tarde puede ser un espacio de asambleas. Porque al salirse de control el espacio se puede hablar con todas las palabras.

En otras historias y rincones del mundo la plaza ha sido el lugar de encuentro entre los vecinos, que no se conocían aún siendo del mismo barrio o edificio, en momentos críticos. En las plazas se han gestado las protestas que dicen ¡YA BASTA! Y que rompen con el tiempo estático y le abren paso a una nueva posibilidad.

El espacio de encuentro es un espacio que no le pertenece al gobierno, sino a nosotros. Ahí hacemos historia, marcamos los suelos sobre los que pisamos y se guardan en los muros nuestros gritos, esperanzas y susurros. Los espacios son nuestros, de todos. El espacio, la plaza es mucho más que un lugar físico, es donde se transmite la cultura, la forma de ver el mundo y de percibirlo.

En la plaza se accede a lo que no se accederá por vía de los gobiernos que rompen la cultura y la venden, en estos lugares, las capacidades creativas brotan, estallan en un mimo estatuario, en un performance callejero, en una verbena popular, en una protesta, en un ser humano. Las efervescencias creativas generan nuevas relaciones sociales.

La creatividad por lo visto también estorba si no le pertenece a los que deciden donde va cada cosa en la ciudad, porque la han confundido con su fraccionamiento. La creatividad es capacidad y la capacidad es capacidad de transformar y eso reside en todos, lo buscamos en otros para juntos comenzar a no callarnos, a usar la calle, para que no llegue el día en que seamos expulsados de nuestra propia ciudad, para decir: “La calle no es blanca, es de colores”.

jueves, 21 de mayo de 2009

Arte para borrar la publicidad

Un grupo de activistas neoyorquinos utiliza los anuncios como soporte

BARBARA CELIS - Nueva York - 09/05/2009
Quizás sea el efecto de la crisis, que obliga a la gente a tomar conciencia. O puede que sea el reflejo de ese cambio de actitud del que hablan desde economistas como Jeffrey Sachs a sociólogos como Ulrich Beck. La cuestión es que, al menos durante un día, el arte tomó partido por reclamar espacios para los ciudadanos y arrancárselos a la publicidad.
"En las revistas pasas de página; en la ciudad, no", dicen los artistas
Ocurrió el pasado 25 de abril en Nueva York. Unas 80 personas se lanzaron a las calles a plena luz del día, se disfrazaron de empleados municipales, pintaron de blanco 120 soportes para carteles publicitarios, colocaron sobre ellos cartas falsas que afirmaban que esos soportes eran ilegales y después crearon sus obras. La mayoría las prepararon con antelación para poder colocarlas en pocos minutos -sobre ellos pendía el arresto policial si se les cazaba-. Otros en cambio, como Catherine Wakim y Amy Novak, canadienses ajenas a la dureza de la policía neoyorquina, se tomaron más de dos horas para crear su pieza. Salieron ilesas: "La mayoría de la gente se nos acercaba para decirnos que les gustaba lo que hacíamos o incluso para hacernos sugerencias", relataban horas después.
Sólo cuatro personas fueron arrestadas, un éxito que no fue fruto de la casualidad. La acción se organizó al milímetro durante cuatro meses. Jordan Seiler, un fotógrafo y activista que a través de su web Public Ad Campaign aboga por la desaparición de la publicidad del paisaje urbano, fue el cerebro de una campaña que también contó con la colaboración de Posterboy, el nuevo enfant terrible del arte callejero.
"En las revistas pasas de página, en la televisión cambias de canal, en la ciudad no hay escapatoria y eso no es justo", explica Seiler, que no llega a la treintena. A través de lo que bautizó como New York Street Advertising Takeover (NYSAT) demostró que más allá de la pura necesidad de expresión artística, los creadores están dispuestos a arriesgar el pellejo para participar en un evento que invita a que los ciudadanos sueñen su propia ciudad de otra manera. "Yo creo que más que de arte, este proyecto habla de demostrar la voluntad de participación pública en la construcción visual de los espacios que todos compartimos".
De hecho, entre los participantes no hubo sólo artistas: un biólogo, una empleada de una tienda de ropa y un programador fueron algunos de los ciudadanos que decidieron salir a la calle a reclamar "un espacio que está saturado de publicidad y en el que faltan otro tipo de mensajes, de ideas o de puras alternativas estéticas".
Entre los participantes hubo reconocidos diseñadores como Tristan Eaton, propietario de Thunderdog Studios y tan entregado al diseño publicitario que le da de comer como a las acciones de guerrilla antipublicitarias "que alimentan el espíritu", o gente como Ji Lee, director creativo de Google Creative Lab. Ninguno de los dos tendría ninguna necesidad de salir a pintar a la calle si no fuera por una pura cuestión de principio: luchar contra los excesos de la contaminación visual publicitaria.
Los anuncios atacados no fueron escogidos aleatoriamente: Seiler lleva meses haciendo campaña contra una empresa, NPA Outdoor, que tiene cientos de espacios publicitarios en edificios de toda la ciudad y que supuestamente no paga al Ayuntamiento por colgar anuncios. Según Seiler, se limitan a pagar a los dueños de los edificios, por lo que ni siquiera existe esa compensación económica para el ciudadano que podría justificar la publicidad en las calles. Ni NPA Outdoor ni el propio Ayuntamiento quisieron confirmar o desmentir a este periódico las acusaciones de Seiler, quien además asegura que a esa empresa le compensa más seguir pagando las multas municipales que abonar el porcentaje que le correspondería por colocar la publicidad de forma legal.
El esfuerzo de ciudadanos y artistas apenas duró 24 horas. Al día siguiente, los anuncios de iPod habían borrado todo rastro de acción subversiva. DickChicken, uno de los participantes, se consolaba así: "No importa la naturaleza transitoria del proyecto porque no se trata del producto en sí, sino de la experiencia del momento. Todo lo que ha llegado al mundo del arte estos años -fama, dinero...- no es real. El arte es como la vida: es el aquí y el ahora".


nota de El País, 9 de mayo 2009